Por Juan Tomás Valenzuela
El senador Pared Pérez
ordenó la retirada
de la turba acordonada
frente a uno de los poderes.
Intentando que prospere
un ambiente de armonía,
las tropas que hace unos días
estaban cerrada a banda,
ejecutan la comanda
del bey de la cofradía.
-Ya se pueden ir, mis hijos-
Dijo un Reinaldo, angustiado
por el curso que ha tomado
el vergonzoso acertijo.
Imitando a Tirofijo,
el conspicuo Marulanda,
Reinaldo, dio la comanda
de que al seno del Congreso,
se restringiría el acceso
al que sea de la otra banda.
Inclusive a Juan Luis Guerra,
que fue a saber de un proyecto,
le faltaron el respeto
de una manera que aterra.
Un soldado del Plan Sierra
que fue enviado de refuerzo,
obedeciendo al perverso
que mandó a hacer la emboscada,
le encaquetó una granada
al compositor de versos.
Perdón, me dice una nota
que el golpe no fue a Juan Luis,
fue a un tal Merán, que fue allí
dizque a calzarse las botas.
Refiere la misma nota
que este penco diputado,
ya había sido zarandeado
por la hermana del ungido,
quien dijo que al mal nacido,
ella ya lo había arrastrado.
Leída ya la fe de errata,
prosigo con el relato
de este grupo de avivatos
y todas sus peroratas.
Mientras Danilo contrata
a los de la oposición,
pa’pasar la reelección
y dar bateo y corrido,
Leonel está decidido
a no bajarse el calzón.
Los gendarmes ya se fueron
por mandato de Pechito
y está todo el mundo al grito
por lo malo que lo hicieron.
Si a la buena no pudieron
con la modificación,
yo dudo que el cabezón
que está al frente del Congreso,
con 20 días y unos pesos
pueda lograr esta acción.
Juan de los Palotes
4 julio 2019